Excesividad femenina. Las folclóricas

El verano tiene sus cosas buenas. Pasarte las madrugadas pegada al ordenador también. Los desvelos tésicos se combaten bucenado en el youtube y hablando con las amigas, y te encuentras verdaderas joyas. Bendita democratización de la información.

Con mi pasado ikastolero, es obvio que no me socialicé con música de las folclóricas. La trikitixa y los irrintzis no eran compatibles entonces con las palmas y el guitarreo. Así que soy de las que se ha lanzado al flamenco y la copla con el furor de cualquier conversa.

Las folclóricas han sido mujeres con fuerza, mujeres potentes, mujeres libres que han suvertido el orden patriarcal en el que se han desenvuelto. Iconos únicos capaces de bajar del avión con chándal de táctel y tacones. Referentes de fuerza y poderío. Actrices de sí mismas y de sus vidas privadas. Indispensables.

A pesar de las aireadas envidias y rancillas, me encanta imaginármelas tirándose del moño, la Jurado y la Flores, la Más Grande y la Faraona protagonizan uno de los momentos más impactantes de la historia de la televisión del siglo XX.

Rocío Jurado: Te voy a querer, y en la eternidad voy a sentir como todos los dioses me están jaleando para quererte más. Porque tú eres la más diosa de todas. Gracias Lola por existir

¿Se puede añadir algo más? Bueno, sí, la cara de Jesus Puente estupefacto ante tal derroche de excesividad y fuerza

Dedicado a mi amiga la gran e inmensa Itziar Ziga, que siempre afirma que las feministas tenemos algo de folclóricas, porque somatizamos cantidad. Mua!