Feminismos y partidos políticos, o de cuándo la doble militancia deviene peligrosa
La Historia, así con mayúsculas es terca. Tan terca que nos da múltiples ejemplos sobre cómo las reivindicaciones de las mujeres siempre han estado en un segundo plano, si es que lo han estado. Ya en la Revolución Francesa, momento que muchas estudiosas establecen como cuna del feminismo, vemos cómo los Clubes Femeninos, donde se debatía sobre política e incluso sobre la situación de las mujeres eran prohibidos por los revolucionariOS; en la Revolución Rusa, se pasó de reconocer la labor de las mujeres en la Revolución- aquí tenemos uno de los orígenes del 8 de marzo- a celebrar el día de la Madre….Siempre nos han utilizado en los momentos de actividad revolucionaria, y luego nos han mandado a casa a trasmitir la revolución….Pocas veces un movimiento social revolucionario ha ido más allá de utilizarnos,antes, durante y después.
Rossie la Remachadora, ese gran icono feminista, es fruto del gobierno norteamericano, que de la misma manera que invitaba a las mujeres a trabajar en las industrias armamentísticas durante la II Guerra Mundial, cuando terminó la contienda decidió que los estudios de las mujeres se limitaban a la cultura general, y por medio de los medios de comunicación y sobre todo a través de las revistas femeninas creó un eficaz discurso ideológico de repliegue doméstico.
Las sufragistas, y ya podéis perdonar este salto atrás en el tiempo, vieron cómo a pesar de los apoyos masculinos en el caso inglés tuvieron que morir o poner bombas para que se les hiciera caso y se tuvieran en cuenta sus reivindicaciones.
En España el caso no es menos halagüeno. Por mucho que haya monedas, sellos y efigies de Clara Campoamor, ella sola fue quién posibilitó el sufragio, sí ella sola, sin apoyos, y murió, sola, olvidada, desterrada y esto ya es cosa mía, pero supongo que medio loca.
Toda esta disertación, hay muchos más ejemplos, nos sirve para ilustrar cómo los partidos políticos y los gobiernos nunca han priorizado las demandas de las feministas. No hay que desdeñar los logros institucionales que han sido consecuencia de la lucha de las mujeres desde los partidos políticos. Una lucha bronca, nada fácil y que siempre tenemos que tener presente y agradecer.
Nos encontramos en un tiempo político nuevo. Tan nuevo, que Pedro Sánchez, un candidato socialista es presidenciable cuando el descalabro socialista es mucho más que evidente. En este proceso hacia la presidenciabilidad, ayer firmó un acuerdo con CiudadanOs, un nuevo partido que pensaba petarlo, que no lo ha petado afortunadamente y que huele a fasciscilla.

Fuente: Prosconjoncio
Sobre el pacto PSOE, CiudadanOs, decir que me asusta, que lo flipo un poco, o como que mucho, pero que oye, entra dentro del juego democrático, de esa fiesta de la democracia, a la que no sé por qué nunca me siento del todo invitada. Y aquí llega cuando no lo flipo un poco, sino lo flipo máximo, cuando veo a mujeres votantes del PSOE justificando un pacto de su partido con otro partido que ni siquiera asume la existencia de la violencia de género. Y mira que hay que ser necio, o misógino para negar tal terrible evidencia llena de asesinadas y sangre.
Tengo que admitir que lo que veo de política actual es lo que veo en los titulares cuando se acaban «Los Simpson» y que me asomo a los periódicos por la mañana por si han subido las cuotas de autónoma mientras dormía. Pero creo que me mantengo informada. Quizá, seguro que sí, se me está escapando algún argumento esencial, quizá no tenga sentido de Estado y se me está escapando algún misterio insondable que lleve a las mujeres del PSOE a entrar en cualquier muro de facebook en la que se cuestiona esta alianza y nos intentan iluminar con las ventajas de tamaño pacto. Mira que lo he intentado, pero cuanto más lo intento más me horroriza.
En parte me admira esta creencia y esta convicción. Joder, para mí la quisiera. Pero mujeres, por mucho que digáis y por mucho que apeléis a un bien común, firmar con CiudadanOs, y vosotras lo sabéis, es firmar con el enemigo. Es cargarse todo el feminismo (incluso el institucional) y es quedar un poco como poco coherente, como mal.
Y lo sabéis claro que sí. Y me gustaría lanzar una pregunta no a esas militantes de base que están batiendo el cobre para justificar lo injustificable, sino a esas militantes reconocidas que están en silencio, cunado hace poco estaban en armas por una teta y argumentaban y argumentaban. Me gustaría escuchar sus argumentos. Si es que los tienen. Hay veces que los silencios delatan.
Y por acabar con algo positivo, aunque cada día esté más jodido, la revolución será feminista o no será. Espero que no sea un lema de escribir en las paredes, sino que sea una relidad. Mientras tanto, estamos hasta el coño y más allá. Queridas, tenemos mucho que reconoceros, pero a día de hoy la doble militancia huele a chamusquina por no decir que apesta.