In memoriam


Mi padre fue un gran tipo. Y no lo digo sólo yo, lo dice mucha gente que le conoció. Como él decía con su gracia característica y tan particular, “todo el mundo me quiere. Bien o mal, pero me quiere”. Hoy hace ya seis años que se murió.
Recuerdo perfectamente la llamada avanzada la tarde. Había vuelto a trabajar para sobrellevar el horror y el dolor de ver cómo luchabas día a día por morir dignamente. Guerrero hasta el final. Nunca podré agradecer lo suficiente a todas las gentes del Anaitasuna por su respeto y apoyo.
Hace seis años que no estás. La ausencia ya no es esa serpiente traicionera enroscada en las entrañas que impide respirar. El dolor ya no paraliza, pero se vuelve más cruel. Es injusto pensar en todo lo que te has perdido. Es cruel ver todas las cosas que no hemos vivido y compartido. A pesar de estas palabras, creo que finalmente me he reconciliado con la vida.
Daría mucho de lo que tengo por poder dar un paseo por Los llanos (seguramente ahora sin escoltas) para hablar de cómo nos la han metido con la crisis, de la mediocridad de la clase política o de lo mal que están los tuyos. Y sobre todo para hablar de mí, de mi vida, de mis proyectos, de mis ilusiones, de mis frustraciones. Echo tanto en falta tu lucidez, inteligencia y buen humor…
Bueno aita, no me quiero poner triste. Por eso termino diciéndote que todos a pesar del panorama vamos tirando. La ama sigue con sus viajes, Josu luchando, la abuela y la tía están mano a mano. Y tus nietos hechos unos pispajos llenos de vida (entre tú y yo, el gurriatillo con esa nariz es Castejoniko fino)
Agur aita, y sólo dos cosas más. Allá donde estés recuerda: “agua que no has de beber, entúrbiala” y por supuesto…¡Viva la República!