‘Calle Mayor’ (Juan Antonio Bardem, 1956). La miseria de ser mujer #historiasdenuestrocine
En «Historias de nuestro cine» de RTVE «, la 2, hoy a partir de las 22:00 horas podremos disfrutar de la película ‘Calle Mayor’ ee Juan Antonio Bardem, un retrato brutal que sintetiza que ser mujer depende de que te saquen a bailar en em momento preciso…..
Ganadora del Premio de la crítica FRIPESCI del Festival Internacional de Cine de Venecia, elegida en Bruselas como una de las 50 mejores películas europeas de la historia (no sé en qué año ni en qué contexto), Calle Mayor (1957) de Juan Antonio Bardem, junto con La tía Tula (Miguel Picazo, 1964) y Nueve cartas a Berta (Basilio Martín Patino, 1965) conforman una serie de películas que se interesan en plena dictadura franquista por denunciar la situación de inferioridad jurídica, social y moral en el que vivían las mujeres españolas bajo el eficaz nacionalcatolicismo que estableció la familia como única organización social y consecuentemente como único destino femenino.
Calle Mayor es una feroz historia que narra la vida de Isabel Castro, una mujer de 35 años que vive en una pequeña ciudad de provincia cualquiera y que es víctima de una cruel broma , una broma de señoritos de casino, una cuadrilla de amigotes que se divierten haciéndole creer que uno de ellos quiere casarse con ella. Se trata de un grupo de hombres aburridos, sin ninguna empatía que se dedican a reírse del prójimo y que viven en una de esas ciudades de provincias cuya vida se basan en tres pilares: las campanas de la catedral, los seminaristas y los paseos por la Calle Mayor.
Isabel habita en el universo de las solteras, esas mujeres que no son ni novias ni esposas. Una posición francamente compleja en una sociedad en la mujeres que se relacionaban demasiado con un hombre-nos referimos a tener más de dos conversaciones sobre el tiempo- ya eran sus novias o eran repudiadas, y es que como se llega a comentar en la película, si sales más de un día con una chica ya eres su novia.
A pesar de la presión social, primero por parte de las amigas, de sus tías y de su madre no se ha casado. Ella ha esperado y esperado pero ese hombre ideal -que teniendo en cuenta que pertenece a la clase social alta no podía ser cualquiera. no ha aparecido. Se siente fracasada como ella misma dice “me miré al espejo y me dije, Isa, no tienes novio. Eso es un fracaso, salí de las monjas hace 18 años y sólo tenía una cosa que hacer…” La presión social y el matrimonio burgués como única opción para las mujeres de su clase es evidente ya que Isabel quiso trabajar y su madre se opuso por ser una señorita y sus tías por «aquello del qué dirán».
El noviazgo, ese al que toda mujer debe acceder para ser definida como persona humana, le permite a Isabel estar dentro de la sociedad. Desde que es una mujer con novio la gente le paran en la calle, le hablan, las monjas del colegio le dicen al novio que Isabel es una mujer buena, decente y limpia (¡¡¡¡!!!!). Vive un proceso personal de crecimiento ya que siente que ha empezado a vivir desde que conoció a Juan, y cada vez es más feliz. Todos sus sueños y anhelos a los que parecía haber renunciado se están cumpliendo y está viviendo ese amor romántico que ve en las películas de Hollywood, películas que le encantan, en la que el amor y todo es muy bonito aunque sea mentira (ese amor que en España llega siempre en dos camas).
Frente a Isabel, Juan (José Suárez) asume una masculinidad muy burda excesivamente básica. Vive muy atormentado, agobiado y con grandes remordimientos por la broma que se ha prestado a protagonizar. Quiere abandonar, pero cuando sus compinches le insinúan que no tiene cojones, es capaz de declararse en medio de una procesión y de incluso ir a visitar un piso en construcción previo paso a casarse, una de las secuencias más impactantes de la película. Isabel le da asco y le inspira lástima, pero no es capaz de ser sincero con ella y decide huir.
Y ahí se queda Isabel, cuya vida, reputación y futuro ha dependido de si la iban a buscar para llevarla al baile. Esperando y esperando, como dice Antonia la prostituta buena y comprensiva. Suya es la frase “lo de siempre. Esperar, esperar a un hombre como esa pobre mujer”. Aquí reside la gran tragedia de las mujeres españolas de los 50 en que sólo pueden esperar a ser esposas y madres y aunque a Isabel se le abra una posibilidad, nunca va a ser capaz de coger el tren. Tampoco podemos olvidar que era el año 1957.
La cantidad de mierda que hablas sobre la sociedad española de los 50, demuestra que eres un sectario de Hundidas Podemos y un borrego más que se cree todas las mierdas que cuenta esta abominable izquierda. Con lo feliz que era la gente en esa época!